Querid@, con anterioridad he compartido un texto de Friedrich Nietzsche y recordé en
estos días que mi amado Osho hace un
desarrollo maravilloso de las
metáforas que Nietzsche utiliza para darnos su visión en cuanto a la evolución
del hombre.
La metamorfosis del camello –león – niño.
Así es que buscando material en Internet para compartirlo contigo me he
encontrado con este capitulo el cual te transcribiré íntegro porque
verdaderamente es inmaculado en su totalidad.
Si, es largo, pero muy valioso. Y si te lleva varios días el leerlo, que
más da? Saboréalo, no hay prisa para terminarlo.
Abre tu mente y corazón y
empieza ahora el recorrido!
Para que la Vida se pronuncie en un silencioso mirar
Que resuene en lo alto, que resuene…
La Zia, en Amor al Maestro!
27-08-12
Contrario A Las Expectativas
Un hombre sabio, la
maravilla de su tiempo, compartía con
sus discípulos lo que
parecía un inagotable almacén de sabiduría.
Él atribuía todo su conocimiento a un grueso tomo que disfrutaba
de un lugar de honor en
su habitación.
El sabio no permitía
que nadie abriera el volumen.
Cuando murió, aquellos
que habían estado a su lado,
considerándose a sí
mismos como sus herederos, corrieron a
abrir el libro,
ansiosos de poseer su contenido.
Se quedaron
sorprendidos, confundidos y disgustados cuando
vieron que estaba
escrito sólo en una página.
Se quedaron incluso más
desconcertados y luego irritados
cuando trataron de
descifrar el significado de la frase que
encontraron sus ojos. Decía:
«Cuando te des cuenta de la diferencia que hay
entre
el continente y el contenido, obtendrás el
conocimiento».
El hombre no nace
perfecto. Nace incompleto. Desde su nacimiento es un proceso. Nace en el
camino, como un peregrino. Esa es su agonía y también su éxtasis; agonía
porque no puede descansar, tiene que seguir hacia adelante, siempre. Tiene que
buscar, indagar, explorar; tiene que llegar a ser, porque su ser aparece sólo
a través del llegar a ser. Llegar a ser es su ser. Sólo puede ser si se está
moviendo.
La evolución es
intrínseca a la naturaleza humana, la evolución es su verdadero ser. Y
aquellos que no hacen caso de esto no llegan a realizarse; los que piensan que
han nacido completos no evolucionan. Entonces la semilla se queda en semilla,
nunca se convierte en un árbol, nunca llega a conocer las alegrías de la
primavera, la luz brillante del sol, la lluvia ni el éxtasis de explotar en
millones de flores.
Esa explosión es la
realización, es todo lo que es Dios: una explosión de millones de flores. El
hombre acaba de realizarse sólo cuando el potencial se ha actualizado. El
hombre nace como un potencial; eso es algo único, intrínseco al hombre. Todos
los demás animales nacen completos, nacen como van a morir. Entre su nacimiento
y su muerte no hay evolución: se mueven en el mismo plano, nunca se
transforman. Nunca sucede un cambio radical en sus vidas. Se mueven horizontalmente,
lo vertical nunca los traspasa.
Si el hombre también se mueve horizontalmente desperdiciará
su condición humana, no se convertirá en espíritu. Eso es lo que Gurdjieff
quería decir cuando decía que no todo el mundo tiene alma. Es muy raro que una
persona tenga alma. Ahora bien, ésta es una afirmación muy extraña, porque durante
siglos te han estado diciendo que has nacido con un alma. Gurdjieff dice que
sólo naces con el potencial de llegar a tener alma, no que ya nazcas con ella.
Tienes una pista, pero esa pista hay que trabajarla. Tienes la semilla, pero
tienes que buscar la tierra, la estación, el clima apropiado y el momento
adecuado para explotar, para crecer.
Si te mueves
horizontalmente, te quedarás sin alma. Cuando lo vertical te penetra,
adquieres un alma. "Alma" significa que lo vertical ha penetrado lo
horizontal. O, como un ejemplo, puedes pensar en el gusano, el capullo y la
mariposa.
El hombre nace como
una larva. Desafortunadamente, el hombre también muere como una larva, muy
pocos se transforman en gusanos. La larva es estática: no conoce el
movimiento, se queda atascada en un punto, en un lugar, en una etapa. Muy poca
gente crece hasta convertirse en gusano. El gusano comienza a moverse; entra
el dinamismo. La larva es estática, el gusano se mueve. Con el movimiento se
despierta la vida. Nuevamente muchos se quedan en gusanos: siguen moviéndose
horizontalmente, en el mismo plano, en una sola dimensión. Raramente dan el
salto cuántico y se convierten en mariposas, en un hombre como el Buda,
Jalaludin Rumi, Jesús, o Kabir. Entonces interviene lo vertical. La larva es
estática; el gusano se mueve, conoce el movimiento; la mariposa vuela, conoce
las alturas, comienza a ascender. A la mariposa le crecen alas; esas alas son
la meta. A menos que te crezcan alas y te conviertas en un fenómeno alado, no
tendrás un alma.
La verdad se realiza a
través de tres etapas: asimilación, independencia y creatividad. Recuerda estas
tres palabras, son esenciales.
Asimilación: esa es la función de la larva.
Asimila el alimento, se está preparando para
convertirse en un gusano. Está haciendo los preparativos, es un depósito. Cuando
la energía está lista se convertirá en un gusano. Antes del movimiento,
necesitarás una gran energía para moverte. El gusano es la asimilación, el
trabajo hecho, consumado.
Luego comienza la
segunda parte:
Independencia: La larva es abandonada. Ahora ya no hace
falta quedarse en un sitio. Ha llegado el momento de explorar, de la aventura.
La vida real comienza con el movimiento, con la independencia. La larva sigue
siendo dependiente, prisionera, encadenada. El gusano ha roto las cadenas,
empieza a moverse. El hielo se ha fundido, ya no está congelado. La larva es
una etapa estática. El gusano es movimiento, como un río.
Y luego llega la
tercera etapa, la de la creatividad.
La independencia solamente ha dejado de ser significativa. Sólo con ser independiente
no sentirás satisfacción. Está bien salir de la prisión, pero ¿para qué?
¿Independencia para qué? ¿Libertad de qué?
Recuerda, la libertad
tiene dos aspectos: primero, libertad de, y segundo, libertad para. Mucha
gente alcanza sólo el primer tipo de libertad, libertad de: libre de los padres,
libre de la Iglesia, libre de la organización, libre de esto y aquello, libre
de todas las prisiones. Pero ¿para qué? Ésta es una libertad muy negativa. Si
sólo conoces la libertad de, no has conocido la libertad real, sólo el aspecto
negativo. El aspecto positivo tiene que ser conocido: libertad para crear, para
ser, para expresarse, para cantar tu canción, para bailar tu baile: Éste es el
tercer estadio: creatividad.
Entonces el gusano se
convierte en un fenómeno alado, un catador de miel, busca, descubre, explora,
crea. Por eso, la belleza de la mariposa. La gente creativa es la única gente
hermosa porque sólo la gente creativa conoce el esplendor de la vida: tienen
ojos para ver, oídos para oír y un corazón para sentir. Están totalmente vivos,
viven al máximo. Queman su antorcha por ambos lados. Su vida es intensidad,
totalidad.
Podemos utilizar las metáforas empleadas por Friedrich Nietzsche. Él
dice que la vida del hombre puede dividirse en tres metamorfosis del espíritu
sucesivas. A la primera le llama "el camello", a la segunda le llama
"el león" y a la tercera "el niño". Son metáforas muy
preñadas..., el camello, el león, el niño.
Cada ser humano tiene
que hacer uso y asimilar la herencia cultural de su sociedad; su cultura, su
religión, su gente. Tiene que asimilar todo lo que el pasado pone a su disposición.
Tiene que asimilar el pasado; esto es lo que Nietzsche llama la etapa del
camello. El camello tiene el poder de almacenar en su cuerpo enormes
cantidades de alimentos y agua para su arduo viaje a través del desierto. Y la
situación es la misma con el ser humano; tienes que atravesar el desierto, tienes
que asimilar todo el pasado. Y recuerda, no bastará sólo con memorizarlo...,
hay que asimilarlo. Y también recuerda: si una persona se limita a memorizar el pasado
es porque no puede asimilarlo. Si puedes asimilar el pasado te liberas de él.
Puedes utilizarlo, pero no te puede utilizar. Puedes poseerlo, pero no te puede
poseer.
Cuando has asimilado
el alimento no necesitas recordarlo. No existe separado de ti: se ha convertido
en tu sangre, tus huesos, tu médula; se ha convertido en ti.
El pasado tiene que
ser digerido. No hay nada malo en el pasado. Es tu pasado. No necesitas
empezar desde el ABC, porque si cada individuo tuviera que empezar desde el ABC
no habría mucha evolución. Por esta razón los animales no han evolucionado. El
perro es igual que el que había hace millones de años. El hombre es el único
animal evolutivo. ¿Cuál es la causa de esta evolución? La evolución se produce
porque el hombre es el único animal que puede asimilar su pasado. Una vez que
asimilas el pasado te liberas de él. Puedes moverte libremente y usar tu
pasado. Sino tendrás que pasar a través de muchas experiencias; tu vida será
desperdiciada.
Puedes subirte a la
espalda de tus padres, a la de tus antepasados y a la de sus respectivos
padres y antepasados. El hombre está siempre subido a la espalda de otro
hombre, por eso alcanza esa altura. Los perros no pueden hacerlo, los lobos
tampoco; dependen de sí mismos. Su estatura es su propia estatura. En tu
estatura el Buda, Cristo, Patanjali, Moisés y Lao Tzu están asimilados. Cuanto más grande es la
asimilación mayor es tu estatura. Puedes mirar desde la cima de una montaña,
tu visión es grande.
Asimila más. No hace
falta que te limites a tu gente. Asimila todo el pasado de las gentes de la
tierra; sé un ciudadano del planeta tierra. No hace falta que te limites al
cristiano, al hindú, al mahometano. iAsimílalos a todos! El Corán es tuyo, la
Biblia es tuya, igual que el Talmud, igual que los Vedas y el Tao Te King;
todos son tuyos. Asimílalos, de esta forma la cima desde la que mirarás a lo
lejos será más alta, y serán tuyas tierras y visiones distantes.
En el transcurso de su
desarrollo personal llega un momento en que el camello se tiene que
transformar en un león, para romper en pedazos el enorme monstruo conocido como:
"No debes...". El león en el hombre ruge en contra de la autoridad.
El león es la reacción, la rebelión en contra del camello. El individuo ahora descubre su propia luz interna como la fuente primordial de todos sus valores auténticos. Se hace consciente de que su obligación principal es para con su propia creatividad interna, con su potencial más escondido. Algunos se quedan atascados en la etapa del león: siguen rugiendo y rugiendo hasta que acaban exhaustos.
Es bueno convertirse
en un león, pero uno todavía tiene que
dar un salto más, y éste consiste en convertirse en el niño.
Ahora bien, todos
vosotros habéis sido niños. Pero aquellos que saben, dicen que la primera
infancia es una falsa infancia. Es como el primer diente: tiene aspecto de
diente pero no sirve para nada, se tiene que caer. Después nacen los dientes
reales. La primera infancia es una infancia falsa, la segunda infancia es la
verdadera. A ésta se la llama "la etapa del niño" o "la etapa
del sabio"; significan lo mismo. A menos que la persona se vuelva
totalmente inocente, libre del pasado, tan libre que no esté ni en su contra...
Recuérdalo, la persona que todavía está en contra del pasado no está realmente
libre de él. Todavía tiene algunos rencores, algunas quejas, algunas
heridas. El camello todavía le persigue, la sombra del camello todavía le
ronda. El león está ahí pero todavía tiene miedo del camello, aún teme que
vuelva.
Cuando el miedo del
camello ha desaparecido por completo, el rugido del león se detiene. Entonces
nace la canción del niño.
Me gustaría que
entraras en estas tres etapas, de un modo profundo y penetrante, porque tienen
un valor inmenso.
La etapa del camello,
la asimilación, equivale al niño en el vientre que no hace otra cosa que
asimilar, come de la madre, no deja de crecer, está preparándose para el último
salto, para entrar en el mundo. Ahora mismo el niño no tiene otro trabajo:
durante nueve meses en el vientre de la madre come y duerme, duerme y come.
Continúa comiendo y durmiendo; éstas son sus únicas dos funciones. Incluso
después de nacer, el niño estará haciendo lo mismo durante meses: comer y dormir.
Poco a poco, dormirá menos e irá comiendo menos. Está listo, está listo para
convertirse en un individuo, y cuando esto ocurre aparece la desobediencia. El
niño empieza a decir que no, el decir sí va desapareciendo poco a poco. Muere
la obediencia, nace la desobediencia.
El estado del camello
es el de la asimilación. El camello no sabe cómo decir no, no está
familiarizado con el no. No ha escuchado la palabra y no ha disfrutado de las
alegrías de decir no. Él sólo conoce el sí. Su sí no puede ser muy profundo,
porque sin conocer el no tú sí no puede
ser muy profundo; no puede dejar de ser superficial. El hombre que no ha
conocido el no, ¿cómo puede conocer realmente el sí? Su sí será impotente. El
sí del camello es impotente, porque no sabe lo que está sucediendo; sigue
diciendo sí porque es la única canción que le han enseñado. Obediencia,
creencia; éstas son las características de la etapa llamada "camello".
Adán estaba en este estado antes de comer el fruto del Árbol del Conocimiento,
y todo ser humano pasa a través de este estado.
Es un estado anterior
a la mente y al ser. Todavía no hay una mente. Ésta está creciendo pero no es
un fenómeno completo; es muy vago, ambiguo, oscuro, nebuloso. El ser está en
camino pero sólo en camino; no tiene una definición clara. El niño todavía no
se reconoce a sí mismo como separado. Adán
antes de comer del fruto era parte de Dios. Estaba en el vientre, era obediente,
decía sí, pero no era independiente. La independencia entra sólo por la puerta
del no; por la puerta del sí sólo entra la dependencia. Por eso en la etapa del
camello hay dependencia, impotencia. El otro es más importante que tu propio
ser: Dios es más importante, y también el padre, la madre, la sociedad, el
sacerdote, el político. Excepto tú, todo el mundo es importante; el otro es
importante, tú todavía no estás ahí. Es un estado muy inconsciente. La mayoría
de la gente se queda enganchada ahí; siguen siendo camellos. Casi el noventa y
nueve por ciento de la gente siguen siendo camellos.
Es una situación muy
triste que el noventa y nueve por ciento de los seres humanos se queden en
larvas. Por eso hay tanta desgracia y no hay alegría. Y puedes seguir buscando
la alegría pero no la encontrarás, porque la alegría no es algo que se dé ahí
fuera. A menos que tú te conviertas en un niño -cuando se llega al
tercer estado-, a menos que te transformes en una mariposa, serás incapaz de
conocer la alegría. Ésta no es algo que se da fuera, es una visión que crece
dentro de ti. Es sólo posible en la tercera etapa.
La primera etapa es la de la desgracia y la tercera es la
de la dicha, y entre las dos está el estado del león, que algunas veces es
desgraciado y otras agradable, algunas veces doloroso y otras placentero.
En la etapa del
camello sois loros. Sois sólo memorias y nada más. Toda vuestra vida consiste
en creencias que os han dado otros. Ahí encontrarás a los cristianos, los
musulmanes, los hindúes, los jainistas y los budistas. Ve a las iglesias, a los
templos, a las mezquitas y encontrarás grandes reuniones de camellos. No
hallarás ni a un solo ser humano. Están repitiendo, como loros.
Cuenta la historia que
un caballero medieval asistía a un curso para matar dragones en la escuela
local. Varios caballeros más jóvenes acudían a esta clase especial impartida
por el mago Merlín.
Nuestro antihéroe fue
a ver a Merlín el primer día para hacerle saber que probablemente no le irían
bien las cosas en el curso porque era un cobarde y estaba seguro de que siempre
estaría demasiado asustado y sería demasiado inepto como para ser capaz de
matar a un dragón. Merlín dijo que no hacía falta que se preocupara porque
había una espada mágica para matar dragones y que él se la daría a este joven y
cobarde caballero. El caballero estaba deleitado por tener este apoyo mágico
oficial con el que cualquier caballero, no importaba lo poco que se lo
mereciera, podría matar un dragón. Desde la primera salida a los campos, con su
espada mágica en la mano, el cobarde caballero mató un dragón tras otro,
liberando a una doncella tras otra.
Un día, hacia el final
del curso. Merlín propuso una adivinanza en la clase a la que estaba
asistiendo el caballero. Los estudiantes tenían que salir al campo y matar un
dragón ese mismo día. En la conmoción de la excitación, mientras todos los
demás caballeros corrían para probar su temple, nuestro antihéroe agarró del
armero la espada equivocada. Pronto se encontró a sí mismo en la boca de la
cueva de la que tenía que liberar a una doncella cautiva. Su captor salió
corriendo hacia fuera respirando fuego. Sin saber que había agarrado la espada
equivocada, el joven caballero retrocedió preparándose para acabar con la
embestida del dragón. Cuando estaba a punto de golpear se dio cuenta de que
había cogido la espada equivocada. Ésta no era la espada mágica, tan sólo era
una espada corriente pero adecuada para buenos caballeros.
Era demasiado tarde
para parar. Bajó la espada corriente con un certero barrido de su brazo, y para
su sorpresa se desprendió la cabeza del dragón.
Volvió a la clase, con
la cabeza del dragón atada a su cinturón, con la espada en la mano y la
doncella a remolque, y corrió hacia Merlín para contarle su error y su
inexplicable recuperación.
Cuando escuchó la historia del joven caballero, Merlín se
hecho a reír. Su respuesta al joven caballero fue:
«Pensé que ya te lo habrías imaginado, ninguna de las
espadas son mágicas y nunca antes lo han sido. La única magia consiste en
creer».
El camello vive en la
magia de la creencia. Funciona. Puede hacer milagros. Pero el camello sigue
siendo el camello; le falta crecer.
La gente que reza en los
templos y en las iglesias está bajo la influencia de la creencia. No saben qué
es Dios, nunca han sentido nada parecido; sólo creen. La magia de su creencia
sigue haciendo algunas cosas, pero eso es todo un pretexto, una especie de
mundo onírico. No han despertado de la inconsciencia, del sueño. Y recuerda,
no estoy diciendo que esta etapa no sea necesaria; es necesaria, pero una vez
que la has completado tienes que salir. No estás aquí para ser siempre un
camello.
Y no te enfades con
tus padres, con tus profesores, con los sacerdotes, con la sociedad, porque tienen
que crear una especie de obediencia en ti, porque sólo gracias a la
obediencia serás capaz de asimilar. El padre tiene que enseñar, la madre tiene
que enseñar y el niño simplemente tiene que absorber. Si aparece la duda
prematuramente, la asimilación se detendrá.
Sólo piensa en un niño
en el vientre de su madre que empiece a dudar, morirá; si empieza a dudar si
toma o no el alimento de esta mujer, si este alimento es o no es verdaderamente
nutritivo -«¿Quién sabe?, puede que sea venenoso»-, si dormir veinticuatro
horas o no, porque es demasiado estar durmiendo veinticuatro horas, durante
nueve meses. Si un niño comienza a dudar un poco, en la duda morirá. Y todavía,
llega un día en que hay que aprender a dudar, hay que beber de la duda. Cada
cosa tiene su propia estación.
Escucha este hermoso poema de Carl Sandburg
¿Qué deberá decirle a
su hijo?
Un padre ve a su hijo
acercándose a su hombría.
¿Qué deberá decirle?
“La vida es dura; sé de
acero, sé una roca”.
Y eso puede que le
sirva para las tormentas,
y para el aburrimiento
y la monotonía,
para guiarle en medio
de las traiciones repentinas,
y atarlo en los
momentos flojos.
«La vida es un barro
suave; sé suave, no te compliques.»
Y esto también podría servirle.
Brutos han sido
suavizados donde fallaron los latigazos.
El crecimiento de una
frágil flor en una subida
ha quebrado y partido, algunas
veces, una roca.
Un pensamiento contará.
Del mismo modo el deseo.
Igual que un rico y
suave desear.
Sin un rico desear nada
llega.
Dile que demasiado
dinero ha matado a hombres
y los ha dejado muertos
años antes de su entierro;
y cuestiona que el
lucro, más allá de unas sencillas
necesidades, ha
convertido a hombres suficientemente buenos
a veces en perversos
gusanos secos.
Dile que el tiempo
puede gastarse como cualquier cosa.
Dile que se haga el
tonto de vez en cuando,
y que no se avergüence
por haberse hecho el tonto
y aprenda algo de cada
tontería,
esperando no repetir
ninguna de las tonterías baratas
sino llegando a una
comprensión íntima
del número de tontos
que hay en el mundo.
Dile que esté solo a
menudo y que esté con él mismo.
Y por encima de todo,
dile que no se mienta a sí mismo,
sean cuales sean las
mentiras blancas y los frentes protectores
que podría usar con
otra gente.
Dile que la soledad es
creativa si él es fuerte
y que las decisiones
finales se toman en habitaciones silenciosas.
Dile que sea diferente
de otra gente
si el ser diferente le
surge natural y fácilmente.
Déjale que tenga días
perezosos buscando sus motivos más profundos.
Déjale que busque
profundo en dónde ha nacido natural-mente.
Entonces quizás
entienda a Shakespeare
Y a los Wright Brothers, Pasteur, Pavlov,
Michael Faraday y a las
mentes libres,
trayendo cambios a un
mundo que no le gustan los cambios.
Estará lo
suficientemente solo
para tener tiempo para
el trabajo
que conoce como suyo.
Cada padre se encuentra con este problema: ¿qué le digo a mi hijo? Cada madre se enfrenta con este problema: ¿qué le enseño a mi hija? A todos los profesores les preocupa: ¿qué se le debe enseñar a la nueva generación? El pasado tiene muchos, muchos momentos de gloria, muchas cimas de comprensión, muchas conclusiones que hay que impartir al niño.
En la primera etapa
todo el mundo tiene que ser un camello, decir sí, creer todo lo que le es
dado, asimilar, digerir, pero esto es sólo al principio del camino, no al
final.
La segunda etapa es
complicada. La primera te la da la sociedad; por eso hay millones de camellos y muy pocos leones. La sociedad te deja sólo
cuando te has convertido en un camello perfecto. Más allá de esto, la sociedad
no puede hacer nada. Ahí es donde termina el trabajo de la sociedad, de la
escuela, el colegio, la universidad. Te deja convertido en un camello perfecto
con título.
Tú sólo te tienes que convertir en un león, recuérdalo. Si
no decides volverte un león, nunca te convertirás en un león. Ese riesgo hay
que tomarlo individualmente. Es una apuesta. Además es muy peligroso, porque
volviéndote un león molestarás a todos los camellos que tienes a tu alrededor,
y los camellos son animales a los que les gusta la paz; están siempre listos
para transigir. No quieren que les molesten, no quieren que suceda nada nuevo
en el mundo, porque todo lo nuevo molesta. Están en contra de los
revolucionarios, de los rebeldes, y no en contra de grandes cosas, no te creas
-no de Sócrates y de Cristo; ellos provocaron grandes revoluciones-, los
camellos están asustados de cosas tan pequeñas que no te lo vas a creer.
He oído...
En diciembre de 1842,
Adam Thompson, de Cincinnati, llenó la primera bañera en Estados Unidos. Las
noticias acerca de la bañera de Thompson se propagaron rápidamente. Los
periódicos dijeron que esta novedosa idea arruinaría la democrática
simplicidad de la república...
Bueno, piensa en
ello..., una bañera arruinando la integridad de la república democrática.
...los médicos
predijeron reumatismo, inflamación de los pulmones, etc. Los sabios estuvieron
de acuerdo en que bañarse en invierno produciría un declive de la robusta
población. Filadelfia, la cuna de la libertad, trató de promulgar la
prohibición de bañarse desde el primero de noviembre hasta el primero de marzo:
Boston en 1845 ilegalizó el baño excepto por consejo médico; Hartford,
Providencia, Wilmington y otras ciudades trataron de bloquear el hábito de
bañarse poniendo unos precios muy elevados al agua. El estado de Virginia dio
una buena bofetada al baño imponiendo un impuesto de 30 dólares al año para
cada bañera introducida en el estado. Pero en 1922 ya se estaban manufacturando
889.000 bañeras al año. Pensar que en las vidas de gente que vive hoy todavía
el hombre no sabía que el baño era bueno para él, coloca al hombre en una
categoría de absoluta desconfianza respecto a su capacidad de juicio sobre
cualquier materia.
Los camellos están
sencillamente en contra de todo lo nuevo, no importa lo que sea. Podría
tratarse sólo de una bañera, pero ellos racionalizarán su antagonismo.
En una parte de la
antigua Grecia fue costumbre durante mucho tiempo que cuando un hombre proponía
una nueva ley a la asamblea popular, lo hacía sobre una plataforma con una soga
alrededor del cuello. Si la ley era aprobada le quitaban la soga, si fracasaba
le quitaban la plataforma.
Los leones no son bien recibidos. La sociedad pone a los
leones todo tipo de dificultades. Los camellos tienen miedo de esta gente.
Entorpecen su comodidad, alteran su sueño, les crean preocupaciones. Provocan
en los camellos el deseo de convertirse en leones; Ese es el auténtico problema.
¿Por qué fue
crucificado Jesús? Su sola presencia... y muchos camellos empiezan a soñar en
convertirse en leones y eso molesta su sueño, molesta su vida ordinaria,
mundana.
¿Por qué fue apedreado
el Buda? ¿Por qué no se le permitía entrar en las ciudades a Mahavira? ¿Por
qué fue decapitado Mansur? Estas personas molestan; molestan su sueño, están
rugiendo.
El Buda llamó a sus
sermones: «El rugido del León».
El primero, el estado
del camello, te lo da la sociedad. El segundo tiene que ser alcanzado por el
individuo. Alcanzándolo te conviertes en un individuo, te vuelves único. Dejas
de ser un conformista, dejas de formar parte de la tradición. Abandonas el
capullo: te conviertes en un gusano, empiezas a moverte.
El estado del león tiene
estas características: independencia, capacidad de decir no, desobediencia,
rebelión en contra del otro, de la autoridad, del dogma, de las escrituras, de
la Iglesia, del poder político, del Estado. ¡El león está en contra de todo!
Quiere sacudirlo todo y crear un mundo completamente nuevo, más cercano a los
deseos de su corazón. Tiene grandes sueños y utopías en su mente. Mira
enloquecido a todos los camellos, porque éstos viven en el pasado y el león
empieza viviendo en el futuro. Se produce una gran brecha. El león anuncia el
futuro, y éste sólo puede llegar si el pasado es destruido. Lo nuevo
únicamente puede hacer su aparición en la existencia si lo viejo deja de
existir y deja espacio para lo nuevo. Lo viejo tiene que morir para que lo
nuevo sea. Por eso existe una continua lucha entre el león y el camello, y los
camellos son la mayoría. El león aparece de vez en cuando, el león es una
excepción, y la excepción sólo demuestra la regla.
Su característica es la
falta de creencias, su característica es la duda. Adán prueba el fruto del
conocimiento: nace la mente, el ser se convierte en un fenómeno definido. El
camello no es egoísta, el león es muy egoísta. El camello no sabe nada del
ego, el león sólo conoce el ego. Por eso siempre encontrarás que los revolucionarios,
los rebeldes -poetas, pintores, músicos- son todos muy egoístas. Son bohemios.
Viven su vida, hacen lo suyo. Los demás les importan un pimiento. ¡Deja
que se vayan al infierno! Han dejado de formar parte de cualquier estructura,
se han liberado de las estructuras. El movimiento, el rugido del león, será
egoísta. Necesitan un ego muy grande para meterse ahí.
En Oriente encontrarás
más camellos, en Occidente encontrarás más leones. Por eso parece más fácil
rendirse en Oriente. Para la mente occidental rendirse parece muy difícil. Pero
hay que recordar una cosa: a la mente oriental le resulta muy fácil rendirse;
por eso su rendición carece de mucho valor. Él ya se ha rendido. No sabe cómo
decir no, por eso dice sí. Para una mente occidental es muy difícil
rendirse. Para la mente occidental rendirse es una lucha, pero cuando finalmente
lo hace se produce una gran transformación, porque la rendición ha sido dura,
costosa, una tarea penosa. En Oriente la rendición es barata, en Occidente es
muy costosa. Sólo algunos valientes se lo pueden permitir.
Oriente se rinde
porque ya no hay posibilidades de convertirse en un león. Es muy fácil
rendirse, es cómodo formar parte de la muchedumbre, de las masas. Occidente ha
creado el ego. Ha prestado más atención al león -la duda, la incredulidad, el
ego-, pero cuando la mente occidental se rinde, hay realmente una gran
transformación.
Cuando la mente oriental se rinde, continúa siendo un camello.
Si la mente occidental se rinde, se abre una posibilidad para que nazca
"el niño". Cuando el león se rinde se convierte en el niño; cuando
el camello se rinde sigue siendo un camello.
Por eso podría parecerte paradójico, pero si comprendes lo
que te estoy diciendo no será tan difícil, y la paradoja dejará de parecértelo.
Primero hay que enseñarle el ego a cada individuo, sólo así será capaz de
abandonarlo. Todo individuo tiene que llegar a tener un ego muy cristalizado;
sólo entonces sirve de algo abandonarlo, y no de otra forma.
EL primer estado, el
del camello, es inconsciente. El segundo estado, el del león, es
subconsciente; un poco más alto que el inconsciente. Unos pequeños vislumbres
del consciente han empezado a entrar. El sol está saliendo y están entrando
algunos rayos en la habitación donde estás durmiendo a oscuras. El inconsciente
ya no es inconsciente. Algo se agita en el inconsciente; se ha convertido en
subconsciente. Pero recuerda, el cambio no es muy grande –de camello a león-,
como lo es ir del león al niño. El cambio es una especie de regresión. El
camello empieza poniéndose cabeza abajo convirtiéndose en un león. El camello
dice sí, el león dice no. El camello obedece, el león desobedece. El camello es
positivo, el león es negativo. Hay que comprender que el camello ha estado
diciendo sí muchísimas veces y ha estado negando el no; el no se acumula, y
llega un momento en que quiere tomarse la revancha sobre el sí. Las partes
negadas se quieren tomar la revancha. Entonces toda la rueda gira: el camello
se pone boca bajo y se transforma en león.
La diferencia entre el camello y el león es grande, pero
ambos existen en el mismo plano. El capullo está estático en un lugar; el
gusano comienza a moverse, pero sigue en la tierra. Nace el movimiento pero el
plano es el mismo. Lo primero es dado por la sociedad: ser un camello es un
regalo de la sociedad. Ser un león es un regalo que te haces a ti mismo. A
menos que te ames no serás capaz de conseguirlo. A menos que te quieras
convertir en un individuo, único por derecho propio, a menos que tomes el riesgo
de ir en contra de la corriente, no serás capaz de convertirte en un león.
Pero si entiendes el mecanismo..., el león se engendra en
el mismo corazón del camello. Una y otra vez, diciendo sí y negando el no, el
no se va acumulando. Y llega un día en que uno se harta de decir sí; sólo por
cambiar, uno quiere decir no. Uno está harto de lo positivo, su sabor se ha
vuelto monótono; uno quiere probar el no sólo por cambiar.
Así es como el
camello, por primera vez, comienza a soñar con el león. Y una vez que has
probado el no -la duda, la incredulidad-, no puedes volver a ser nunca un
camello, por la libertad que te da, por la liberación.
La mayoría se queda
atascada en la etapa del camello, la minoría se queda atascada en la etapa del
león. La mayoría significa las masas, la minoría la intelectualidad. El
artista, el poeta, el pintor, el músico, el pensador, el filósofo, el revolucionario
están atascados en el segundo estadio. Son mucho mejores que los camellos, pero
el objetivo no se ha cubierto. No han llegado a casa. La tercera etapa es
"el niño".
Escucha atentamente:
la primera etapa te la otorga la sociedad; la segunda, el individuo se la
otorga a sí mismo. La tercera es sólo posible si el gusano se acerca a una
mariposa; si no, no es posible ¿Cómo se le va a ocurrir al gusano que él sólo
puede volar, que puede convertirse en algo con alas? ¡No es posible! ¡Es
imposible que se le ocurra! Es absurdo, ilógico. El gusano sabe cómo moverse,
pero volar le resulta absurdo.
He escuchado que hay
mariposas que enseñan a los gusanos que pueden volar, pero que ellos les ponen
pegas y dicen: «No. Quizás sea posible para ti, pero a nosotros nos es imposible.
Tú eres una mariposa, ¡nosotros sólo somos gusanos! Sólo sabemos reptar». Y uno
que sólo sabe reptar, ¿cómo va a imaginarse volando? Es una dimensión
diferente, una dimensión enteramente distinta: la dimensión vertical.
Del camello al león hay
una evolución. Del león al niño hay una revolución. En esta etapa hace falta un
maestro. La sociedad te puede hacer un camello, tú mismo te puedes hacer un
león, pero te hará falta un maestro -un Buda, un Cristo, un Rumi-, te hará
falta una mariposa que tenga alas. Sólo viendo un fenómeno alado serás capaz de
empezar a soñar con alas. ¿Cómo puedes soñar con algo que no conoces en
absoluto?
¿Crees que una tribu primitiva que vive en algún lugar de
los Himalayas puede soñar con un coche? No han visto ninguno, no pueden soñar
con él. Sólo es posible soñar cuando has visto algo; cuando has visto un
Cristo o un Buda o un Bodhidharma, y sabes que esto sucede. Toda esa gente
tiene un aspecto similar a ti, y a pesar de eso no son como tú. Tienen el mismo
cuerpo, la misma estructura, y a la vez algo de lo desconocido ha penetrado su
ser. El más allá ha venido a ellos, el más allá en ellos se hace muy tangible.
Si te acercas con simpatía y con amor serás capaz de tener algunos vislumbres
de su cielo interior. Y una vez que hayas visto ese cielo interno comenzarás a
soñar con él. Un gran anhelo surgirá en ti: ¿cómo convertirte en un fenómeno
alado?
Esa es la infección
que produce el maestro en el discípulo.
El tercer fenómeno sucede con la intervención del maestro.
"El niño" significa creatividad, interdependencia.
La primera etapa, el camello, era dependencia; la segunda
fue la independencia; pero en la inocencia uno llega a conocer que no hay allí
ni dependencia ni independencia. La existencia es interdependencia; todos
dependen de todos. Todo es uno.
Nace la sensación del todo: no yo, no él, no hay fijación
en el sí o el no, no hay obsesión entre decir siempre sí o decir siempre no;
hay más fluidez, más espontaneidad; no hay obediencia ni desobediencia, sino
espontaneidad. Nace la responsabilidad. Uno responde a la existencia, no
reacciona desde el pasado, y no reacciona desde el futuro.
El camello vive en el
pasado, el león en el futuro, el niño en el presente, aquí y ahora. El camello
es la pre-mente, el león es la mente, el niño es la post-mente. El camello es
el pre-ser, el león es el ser, el niño es el post-ser. Ese es el significado
del estado de no mente. Los sufíes lo llaman fana: el ego se ha ido, el
otro también. Ambos se han unido, no puedes tener uno sin el otro. Yo/él son
partes de una misma energía; ambos desaparecen.
El niño simplemente es... inefable, indefinible, un misterio,
un asombro. El camello tiene memoria, el león tiene conocimiento y el niño
tiene sabiduría. El camello es o bien cristiano, o hindú, o musulmán, teísta;
el león es ateo, y el niño es religioso: ni teísta ni ateo, ni hindú, ni
musulmán, ni cristiano ni comunista. Sólo una sencilla religiosidad, la
cualidad del amor y la inocencia.
Adán comiendo el fruto
se convierte en un león. Antes de comer el fruto del Árbol del Conocimiento,
era el camello. Y cuando Adán ha vomitado nuevamente el fruto, abandonado su
conocimiento, es el niño. Ese niño significa Cristo. Cristo dice una y otra vez a sus discípulos: «¡Arrepentíos!». La palabra "arrepentíos" en hebreo significa
"regresa, vuelve"; el jardín del Edén
todavía te está esperando. Vomita la manzana del conocimiento y las puertas se
abrirán para ti.
El camello es Adán antes de comer la fruta, el león es
Adán después de comer la fruta, y el niño es Adán convirtiéndose en Cristo,
regresando a casa. El Buda lo llama nirvana, Jesús lo llama el reino de
Dios. Lo puedes llamar como te guste: Tao, dhamma, moksha. Las palabras
aquí no significan mucho; es un mundo de silencio. Sin palabras, una inocencia
sin pensamientos.
Ahora la historia.
Un hombre sabio, la
maravilla de su tiempo, compartía con sus discípulos lo que parecía un
inagotable almacén de sabiduría.
Hay que descifrar cada
palabra.
Un hombre sabio...
¿Quién es un hombre sabio?: el niño.
La sabiduría no quiere decir conocimiento. El conocimiento
no es sabiduría, el conocimiento es una moneda falsa, pseudo-sabiduría. Es
prestado, lo has cosechado; está muerto. La sabiduría es lo que ha surgido en
ti, ha florecido en ti, sale de tu propio ser y de tu propia fuente; está viva.
La sabiduría es conocer la verdad por ti mismo. El conocimiento es acumular información
de otros que pueden saber o que pueden no saber. ¿Quién sabe? Es una creencia,
es memoria, es basura.
Un hombre sabio es
aquel que ha entrado en Dios, que ha penetrado en el misterio de la vida, que
se ha encontrado con la realidad. Un hombre sabio quizás no sea un erudito,
quizás lo sea -no tiene importancia-, porque la sabiduría no tiene nada que ver
con la erudición. Jesús no fue un erudito; cualquier otro rabino de su tiempo
era más erudito que Jesús. El Buda no fue un erudito; cualquier otro brahman pandit
era más erudito que él. No sabía mucho acerca de los Vedas pero era un
hombre sabio. El conocimiento llega a
través de la memoria, la sabiduría llega a través de la meditación. El conocimiento le es posible hasta a una máquina. Por
eso los ordenadores son eruditos, pero ningún ordenador puede ser sabio. ¿Has
oído hablar de algún ordenador sabio? Erudito por supuesto, más erudito que el
hombre, más eficiente, más habilidoso; con menos posibilidades de cometer
errores; muy rápido, rapidísimo, instantáneo. Haces la pregunta y ya tienes la
respuesta, pero ésta será aquella que se le ha introducido antes al ordenador.
No puede ser nueva, no puede ser original, no puede ser sabia. No se relacionará
contigo como persona, te dará simplemente una respuesta a la pregunta. Observa
la diferencia.
Si tú vienes a
mí, tu pregunta es menos importante, tú eres más importante. De hecho
respondo a tu pregunta para responderte a ti; la pregunta es
secundaria. Pero si vas a un ordenador, a un pandit, a un erudito, tú
no eres importante, la pregunta tiene toda la importancia. Él responde a la
pregunta. El erudito, el hombre de sabiduría responde al que pregunta. El
erudito siempre será consistente. Tú preguntas: «¿Existe Dios?», y el erudito
siempre tiene una respuesta definida. Si él cree que sí, dirá que sí. No le
importa quién está haciendo la pregunta, en absoluto.
Una historia de Buda:
Un día le preguntaron
al Buda: «¿Existe Dios?» y él dijo: «No». El mismo día, por la tarde, otro
hombre le preguntó: «¿Existe Dios?» y él dijo: «Sí». Y ese mismo día, por la noche,
un tercer hombre preguntó: «¿Existe Dios?» y el Buda se quedó callado. Ahora
bien, esto no lo puede hacer un ordenador. O bien sabes o no sabes. El
ordenador simplemente conoce la respuesta y la proporciona. ¿Por qué el Buda
se comporta de modo diferente con tres personas? Su discípulo, Ananda, estaba
muy molesto, no entendía el comportamiento del Buda. Naturalmente, había
escuchado las tres respuestas. Por la noche le preguntó al Buda:
-No puedo dormir.
Cuéntame por qué. La pregunta fue la misma. ¿Por qué contestaste de modo
diferente? A uno le dijiste que no, a otro le dijiste que sí, al siguiente no
le dijiste nada, simplemente te quedaste en silencio y cerraste los ojos. ¿Por
qué? La pregunta fue la misma, exactamente la misma.
-Pero los que
preguntaban eran diferentes -dijo el Buda-. Estaba contestando a los que
preguntaban. Uno era un ateo, no creía en Dios. Había venido a reforzar sus
convicciones. Quería que yo dijera que no para que su creencia pudiera hacerse
más fuerte, y yo no puedo ayudar a la creencia de nadie. Tengo que destruir las
creencias. A ese hombre le dije: «¡Sí, Dios existe!», porque a menos que las
creencias sean debilitadas nadie llega a saber.
»El otro hombre era un
teísta, creía en Dios. Había venido a que le apoyara. No estoy aquí para apoyar
las creencias de nadie. Estoy aquí para destruir todas las creencias para que
la mente pueda ascender por encima de ellas hacia el saber. Por eso a él tuve
que decirle algo diferente. ¡Tuve que decirle no!
»Y el tercer hombre no
era ni teísta ni ateo, de modo que no hacía falta ni un sí ni un no. Tuve que
quedarme en silencio. Le estaba diciendo: "Entra en silencio y conocerás. Haz lo que
estoy haciendo yo. Cierra los ojos, entra en silencio y conocerás". La
pregunta es tal que no puede ser respondida con un sí o un no. La pregunta es
tan profunda que sólo puedes conocer la respuesta cuando estás en un profundo
silencio. Tú sólo conocerás cuando la pregunta haya desaparecido; entonces la
respuesta surgirá en tu ser.
Esto es un hombre
sabio. Esto no puedes esperártelo de un estudioso, de un pandit, de un
ordenador, de una máquina.
Un hombre sabio, la
maravilla de su tiempo...
El hombre sabio siempre es una maravilla, porque es indefinible,
es misterioso. La presencia del hombre sabio te embarca en viajes lejanos, en
viajes fabulosos. El hombre sabio ayuda a que tu asombro se fortalezca. No te
proporciona conocimiento. Destruye tu conocimiento y libera tu asombro, te
convierte de nuevo en un niño, llena tu ser de sorpresa, de poesía, de
misterio, de canción.
Un hombre sabio, la
maravilla de su tiempo, compartía con sus discípulos lo que parecía un
inagotable almacén de sabiduría.
Y la sabiduría es inagotable.
El conocimiento es inagotable, la sabiduría es inagotable, porque ser sabio
significa estar en conexión con la fuente infinita de la totalidad. Estar en
Dios es ser sabio. Dios es inagotable. El hombre sabio es un océano: puedes
tomar tanto como puedas, nada se reduce, permanece igual que antes. No puedes
reducir el infinito. El conocimiento es finito, es sólo una cantidad.
Él atribuía todo su
conocimiento a un grueso tomo que disfrutaba de un lugar
de honor en su habitación.
¿Por qué atribuía su
conocimiento a un grueso tomo?: por los camellos. Éstos no entendían el
misterioso origen de su sabiduría. Para hacérselo comprensible tenía que
guardar un grueso tomo en su habitación y solía decirles: «Toda mi sabiduría
sale de este libro». Eso es comprensible. Si alguien dice: «Mi sabiduría
proviene de los Vedas», lo entiendes; alguien dice: «Mi sabiduría viene del
Antiguo Testamento», y lo entiendes; del Talmud, lo entiendes; pero si alguien
dice: «Mi sabiduría no viene de ninguna parte», de repente hay un malentendido.
El camello no puede entender el "ninguna parte", necesita que haya un
determinado origen visible. Él vive en lo visible. Puede comprender el libro,
pero no el corazón. Puede entender las teorías sobre Dios, pero no al mismo
Dios.
Él atribuía todo su
conocimiento a un grueso tomo que disfrutaba de un lugar de honor en su habitación.
El sabio
no permitía que nadie
abriera el volumen. Naturalmente, porque no
contenía nada. Estaba vacío. Lo mantenía en el misterio, inaccesible a todos.
Estaba custodiado. Cuando murió, aquellos
que habían estado a su lado, considerándose a sí mismos como sus herederos,
corrieron a abrir el libro, ansiosos de poseer su contenido.
¡Fíjate en los camellos! Allí estaba la fuente viva, pero
ellos no estaban tan interesados en la fuente viva como lo estaban en el libro.
Hay millones de camellos como éstos interesados en el libro. Van cargados con
la Biblia, con la Gita. Memorizan la Gita. Van repitiendo la misma Gita una y
otra vez, leen lo mismo una y otra vez. Creen en el libro. Aunque Krishna esté
allí, seguirán leyendo el libro. Le dirán a Krishna: «No nos molestes». Si
Cristo llega mientras estás leyendo la Biblia le dirás: «Estate quieto. Estoy
leyendo el libro, ven más tarde. Éste no es el momento, estoy rezando».
Y no te rías; ésta es
la situación. La gente cree en el libro demasiado. El libro se convierte en lo
más importante, ¡la palabra se vuelve más importante que la verdad! ¡La
palabra "dios" se ha vuelto más importante que el mismo Dios!
Por eso cuando él
muere, «aquellos que habían estado a su lado, considerándose a sí mismos como
sus herederos...».
¡No lo eran! Los
camellos no pueden ser herederos. Sólo en el tercer estadio, cuando eres un
niño, puedes ser heredero de tu maestro, no antes. Los camellos siguen diciendo
sí, de modo que creen que pueden convertirse en sus herederos porque son muy
obedientes. Pero no pueden porque no han aprendido todavía a decir que no.
Hay una famosa historia:
Un rabino oyó que uno
de sus discípulos había estado hablando cínicamente acerca de la experiencia
de Dios y de sus enseñanzas. Le llamó para tener una entrevista y le preguntó:
-Dime, ¿has estudiado
los veinticuatro libros de la Biblia concienzudamente?
La honesta respuesta
fue:
-No, no todos, y con
certeza no concienzudamente.
-¿Y el Talmud? -fue la
siguiente pregunta-. ¿Has leído sus sesenta volúmenes?
-No, no -fue la
respuesta más asustada.
-Entonces déjame que
te diga, hijo mío -concluyó el rabino-, ¡no has estudiado lo suficiente para
adquirir los privilegios de la duda!
La duda es un privilegio. A menos que hayas estado asimilando
no serás capaz de convertirte en un león. Decir no, dudar, es un privilegio. Es una etapa más elevada que la creencia, porque cualquier cobarde
puede tener la creencia. Para decir no y empezar a dudar se necesita coraje.
Casi siempre es así: los denominados teístas están en un plano espiritual menor
o más bajo que los ateos. El ateo está en un plano un poco más alto, a pesar de
que lo niegue. Es un león.
Esa gente debe de
haber seguido al maestro al pie de la letra. Y obviamente pensaban que eran
los verdaderos herederos. Corrieron a abrir el libro. El maestro había estado
allí durante muchos años con ellos y nunca lo abrieron, nunca miraron en su
corazón, nunca lo entendieron. Nunca bebieron de su fuente, pero ahora el
maestro ha muerto y su primera curiosidad es ir al libro y ver qué es lo que
tiene escrito. Fíjate cómo la gente se queda aferrada a lo insignificante y a
lo no esencial.
Corrieron a abrir el
libro, ansiosos de poseer su contenido.
Los camellos son
camellos. Están más interesados en poseer el conocimiento que en volverse
conocimiento, prefieren los contenedores al contenido. El contenido ya no está,
la llama ya no está en la lámpara, ha desaparecido. Pero no estaban interesados
en la llama, estaban interesados en la lámpara, y continuarán adorando la
lámpara para siempre. No saldrá nunca ninguna luz de la lámpara..., la luz
estuvo allí. No comprendieron a su maestro porque toda su idea del
conocimiento era posesión. El conocimiento no es algo que se pueda poseer; tú
no puedes poseer el conocimiento, y si lo posees sólo será erudición. A menos
que te conviertas en el conocedor no tienes conocimiento. Sólo puedes fingir
que lo tienes.
Se quedaron
sorprendidos, confundidos y disgustados cuando vieron que estaba escrito sólo en una página.
Los camellos siempre
están interesados en la cantidad, no en la calidad. Todo su interés está en...
Se hubieran puesto muy contentos si el libro hubiera estado escrito y si las
páginas hubieran estado escritas. Hubieran disfrutado mucho. Pero sólo había
algo escrito en una página y, además, en una esquina, el resto del libro estaba
vacío.
Se quedaron
sorprendidos, confundidos y disgustados cuando vieron que estaba escrito sólo
en una página.
Recuerda, el interés
del camello está en la cantidad, el interés del león está en la calidad, y el
niño va más allá de la dualidad. No está interesado ni en la calidad, ni en la
cantidad. Trasciende todas las dualidades. Se quedaron incluso
más desconcertados y luego irritados.
Cuando trataron de
descifrar el significado de la frase que encontraron sus ojos.
Y sólo había un
pequeño escrito, una sola línea.
Decía: cuando te des cuenta de la diferencia
entre el continente y el contenido, obtendrás el conocimiento.
Imagínate a ti mismo
esperando durante años para mirar en el libro, lleno de curiosidad durante
años, y entonces te encuentras con esto. Tú también te hubieras molestado;
porque este maestro es un engaño, porque ha estado diciendo: «Toda mi sabiduría
proviene de este libro», y en él no había nada, sólo una pequeña frase.
Pero esta frase es una
semilla. Si la entiendes, podrás alcanzar el significado de todas las
escrituras del mundo. Es algo condensado. Todas las escrituras están
condensadas en esa frase: todos los Coranes, todos los Vedas, todas las Biblias
están condensados en esta única sentencia, tremendamente poderosa. Medita sobre
ella.
Cuando te des cuenta de la diferencia entre el
continente y el
contenido, obtendrás el conocimiento.
Los camellos sólo
están interesados en el contenedor; el contenedor lo es todo. No piensan en el
contenido. Los leones están interesados únicamente en el contenido; están en
contra del contenedor. El niño acepta ambos y va más allá, porque llega a saber que el
contenido no puede existir sin el contenedor, ni éste sin aquél. El contenedor
lo es sólo porque tiene contenido, y ambos van juntos. La materia y la mente
existen juntas. Dios y el mundo existen juntos, son inseparables.
El camello piensa que
el contenedor lo es todo. Esa es una visión parcial. Enfadado con el camello el
león se va al otro extremo y dice: «El contenido es suficiente, y no me preocuparé
del contenedor. ¡Tíralo!». Pero si tiras el contenedor también estarás tirando
el contenido, porque son inseparables.
Si tiras la flor estarás tirando también la fragancia,
porque van juntas, igual que el cuerpo y el espíritu. El camello cree en el
cadáver; no hay espíritu. No tiene ni idea del espíritu. El león cree en el
fantasma; está en contra del cuerpo.
Pero cuando has
trascendido ambos, cuando has dejado de decir sí a todo, o de decir no a todo,
cuando ya no estás obsesionado con el teísmo o el ateísmo, cuando no eres ni,
tradicional ni antitradicional, cuando eres sencillamente inocente con respecto
a todas esas ideas, cuando tu espejo está totalmente limpio, sin polvo alguno,
cuando no te sientes identificado con el camello, o con el león, cuando no
eres ni un reaccionario, ni un revolucionario, cuando simplemente estás ahí,
como un espejo silencioso, entonces llegas a saber que el contenedor y el
contenido están unidos. A pesar de que el contenedor no es el contenido, y de
que el contenido no es el contenedor; ambos van juntos. Viéndolos juntos y a
la vez separados, el conocimiento aparece. Uno llega a saber.
Cuando te des cuenta de
la diferencia entre el continente y el contenido,
obtendrás el conocimiento.
Muchos maestros han hablado en el idioma de los camellos porque hay millones de camellos: Mahoma, Moisés y gente como ellos. Han hablado el idioma de los camellos para que puedan entender. En esto hay compasión, pero hay también un peligro: que los camellos se queden en camellos. Algunos maestros han escogido usar el lenguaje del león: Cristo, Buda. En cuanto a la expresión se refiere, es mejor que la de Moisés y Mahoma, pero no será entendida por las masas; Ese es el problema. Los camellos no serán capaces de absorberlo.
Jesús fue asesinado
porque los camellos se enfadaron. Estaba hablando un idioma diferente, completamente
ininteligible. Les parecían tonterías. ¡Ese hombre estaba loco! Piénsalo, en
un mundo lleno de camellos, llega un león y empieza a hablar; no habrá camello
que entienda. Cuando Jesús fue asesinado, los discípulos que tenía, los doce
apóstoles, eran camellos. Él era un niño hablando el idioma de un león, y
ellos eran camellos; crearon el cristianismo. Y una vez que los camellos
crearon el cristianismo, éste se convirtió en una religión mundial.
El niño no tiene un
idioma propio. La inocencia no tiene palabras. Por eso, el niño tiene que
hablar el idioma del león por necesidad, porque es el más cercano a él, y el
que mejor le sirve para expresarse a sí mismo.
Sucedió en los tiempos
del Buda. Él hablaba en el idioma de los leones. El país estaba en un estado
tal que había varios leones disponibles. Era un clímax, un máximo. No era un valle
oscuro, era una cima llena de luz. Durante miles de años, en el pasado la India
ha estado buscando y trabajando sobre la verdad, qué es y cómo alcanzarla.
Mucha gente comprendió al Buda. Sus discípulos no eran camellos, eran leones.
Los discípulos de Jesús eran camellos. Jesús era un niño hablando el idioma de
un león. Cuando el Buda murió, sus discípulos eran muy testarudos. No hicieron
concesiones a los camellos. Fueron sobornados, fueron convencidos, pero no
hicieron concesiones. Siguieron rugiendo. El budismo fue arrancado de la India;
los camellos finalmente lo destruyeron.
Cuando los budistas
escaparon de la India, habían aprendido la lección: si quieres existir como
religión, tendrás que utilizar el idioma de los camellos. En China abandonaron
el rugido del Buda. En Japón, en Corea, en Ceilán, en Birmania, comenzaron a
utilizar el idioma del camello. Mahayana es "el rugido del león".
Hinayana es una traducción al idioma del camello del rugido del león. El
budismo se extendió por toda Asia. Sucedió algo extraño: en la India nació el
budismo, pero desapareció de la India, y toda Asia se convirtió al budismo.
Muy pocos han utilizado el idioma del niño. Nunca reunieron
muchos discípulos; no pueden. Puedes reunir grandes masas a tu alrededor si
utilizas el idioma del camello. Puedes reunir a los intelectuales a tu
alrededor si hablas el idioma del león. Krishnamurti reúne a la intelectualidad
a su alrededor; habla el lenguaje del león. Lao Tzu o Ramana usan el idioma del
niño. Nadie les entiende, pero no son asesinados; recuerda, tampoco son
crucificados. Nadie les entiende, nadie les sigue, nadie se preocupa de ellos.
Se piensa de ellos que son buenas personas, poetas, un poco excéntricos, locos.
La gente va a veces a ellos, es hermoso estar cerca de ellos, pero no crean una
conmoción en el mundo. Lao Tzu llega y desaparece, no deja rastro. Ramana llegó
y desapareció, sin dejar un rastro detrás. Éstos son los tres idiomas. ¡Yo
hablo todos los idiomas! Por eso encontrarás camellos, leones y niños, todo
tipo de gente a mí alrededor. Por eso parezco muy contradictorio. No puedo ser
en absoluto consistente: cuando me dirijo a un camello hablo su idioma, cuando
hablo con un león rujo, y cuando viene a mí un niño, me río, sonrío y me siento
en silencio con él.
Este experimento nunca ha sido hecho anteriormente: nadie
ha hablado los tres idiomas, porque crea problemas. Un idioma es bueno porque
uno permanece consistente. Conmigo nunca puedes estar seguro, siempre estarás
confundido. Pero yo uso la confusión también como una estratagema. Si un
camello resulta confundido, empezará a crecer como león, porque a menos que
esté totalmente confundido nunca crecerá. Si el león está confundido,
comenzará a transformarse en el niño, porque creces sólo cuando estás muy
confundido. Cuando no le ves sentido a ser quien eres, empiezas a crecer, a
mirar a picos más elevados; quizás desde allí haya una visión mayor, una
visión más grande. Utilizo la confusión como una estratagema. Confundiré a los
camellos, a los leones; los niños no pueden ser confundidos, ellos lo
entenderán. Serán capaces de entender que mis contradicciones no son contradicciones
en absoluto; sólo parecen serlo porque estoy hablando en tres idiomas.
Medita sobre esta
historia.
Aquí, estando conmigo,
no pienses en las palabras. Mi mensaje no está en mis palabras sino en las
pausas que hay entre ellas. Mi mensaje no está en lo que digo sino en lo que
soy. Mi mensaje no es reducible a teorías y sistemas. O bien lo puedes vivir
conmigo, o no lo comprenderás. Es un fenómeno vivo. Una vez que me haya ido
empezarás a buscar en los libros, y te fastidiarás, y te enfadarás conmigo,
porque sentirás que no te has enterado.
Mientras estoy aquí,
aliméntate de mí, bébeme, absorbe. Abandónate a este misterio que te está
siendo revelado, y entonces habrá una posibilidad de que no mueras como larva,
de que te conviertas en un gusano, y finalmente te metamorfosees en una mariposa.
iHaz crecer tus alas!
iSueña grandes sueños en los que te crecen alas! Tienes el
potencial. Eres la semilla; un gran, gran fenómeno es posible a través de ti. Y
sólo cuando hayas florecido sabrás qué es Dios, qué es la verdad.
Que el
entendimiento se haga sangre en mis venas
Y que mi
cuerpo encarne la belleza de la LibertadPara que la Vida se pronuncie en un silencioso mirar
Que resuene en lo alto, que resuene…
28-08-12 La Zia, en Amor al Maestro!